Exposición Andy Warhol, Mr. America / Artículos y entrevistas

Entrevista a Jenny Holzer


Self-Portrait in Drag, 1980
Andy Warhol
© 2009 Andy Warhol Foundation for the Visual Arts / Artists Rights Society (ARS), New York
Philip Larratt-Smith: Cuando Warhol era niño adoraba a Shirley Temple y le escribía cartas de amor. ¿Usted alguna vez tuvo un capricho similar con algún personaje de Hollywood?
Jenny Holzer: Lo tuve con personajes de la televisión. Quería ser The Lone ranger [el llanero solitario] y Tonto.

PLS: ¿Veía dibujos animados cuando era niña?
JH:Sí, sobre todo los de Disney. Vi cómo el gran príncipe huía de las llamas, oí el disparo que mató a la madre de Bambi, y observé encogida toda la secuencia de la Noche en la montaña pelada en la película Fantasía.

PLS: ¿Qué actor o actriz quería ser?
JH: Quería ser un director, Alfred Hitchcock.

PLS: ¿Cuándo fue su primer encuentro con la obra de Warhol?
JH: Lo primero que vi fue una reproducción de una de las pinturas de la silla eléctrica, supongo que fue a finales de los sesenta.

PLS: ¿Recuerda su reacción inicial?
JH: Me conmovió hasta los huesos y me dejó enganchada.

PLS: ¿Conoció a Warhol?
JH: No, pero hubo ocasiones en las que coincidimos en un lugar, por ejemplo, en una sala de cine en la que exhibían Koyaanisqatsi: Life out of Balance [Koyaanisqatsi: la vida en desequilibrio], o en el Madison Square Garden en la Exhibición Nacional Ecuestre. Yo me quedaba mirándolo el tiempo que podía pero discretamente, pues lo admiraba mucho y me fascinaba su apariencia.

PLS: ¿Siente que tiene alguna conexión con la obra de Warhol?
JH: Fui solo una entusiasta más de su obra hasta que empecé a trabajar en las pinturas sobre documentos desclasificados, que son mi versión de su serie Death and Disaster [Muertes y desastres], una versión basada en la política y no en la cultura norteamericana. Varias veces al mes, agradecida y quizás excesivamente fascinada, hojeo mi catálogo de la serie Disasters. Warhol explicó muchas cosas a través de ella, así que yo tenía ejemplos de lo que quería y de lo que no quería. A veces necesitaba que obras serigrafiadas tuviesen unos fondos planos, mudos, con superficies casi warholianas, y otras veces necesitaba todo lo contrario, unos fondos emotivos y espantosamente bellos, como ampliaciones de las Pinturas negras de Goya.

PLS: ¿Cuál es el legado más importante de Warhol?
JH: Es un don que sus Jackies sigan rompiendo corazones. Y aún me cuesta trabajo soportar a los suicidas detenidos en el aire, sintiendo algo todavía, o que una hermosa modelo se haya arrojado frente a un auto y haya muerto mientras tocaba sus perlas. Cuando los suicidas me resultan insoportables miro el atún echado a perder o me quedo boquiabierta frente al hombre que estrelló su auto y quedó perfectamente empalado en lo alto de un poste. En sus pinturas de asesinatos, de pena capital, de “autoasesinato”, de alimentos letales, de destrozos, de motines raciales, del destino, de la bomba, de la tristeza y de la falta de ella, Warhol dejó un catálogo de momentos de perplejidad y noticias importantes. Yo no debería burlarme de afirmaciones como esta, pero ahí va: “El legado de Warhol es tan inmenso que es imposible verlo porque uno está sumergido en él”.

PLS: ¿Cómo funciona la influencia de Warhol en el presente? ¿Considera que artistas como Gerhard Richter, Richard Prince y Jeff Koons comparten un antecedente común en Warhol?
JH: Veo una ligera afinidad en algunos de los temas escogidos por Richter, pero su obra me deja en un estado emocional muy diferente y su manera de trabajar es opuesta a los procesos de Warhol. Pero Prince y Koons podrían ser sus sobrinos favoritos.

PLS: ¿La forma en que Warhol usó la televisión, Hollywood o la publicidad, afectó o influyó en su propia obra?
JH: A mí no me interesaban las estrellas de cine, aunque las de Warhol son irresistibles, y me importan más las noticias que los comerciales, pero me gustaba mucho que Warhol usara la televisión. Yo quería convertirme en una artista que utilizara todos los medios, y Warhol, junto con Beuys y otros que me antecedieron, hicieron uso de transmisiones televisivas.

PLS: ¿Cree usted que la obra de Warhol (como la de Duchamp), que reorientó el arte desde la naturaleza hacia la sociología y a la cultura, ha sido beneficiosa?
JH: Fue un hecho enorme y fascinante, sin duda, y además urbano, y adecuado a las masas. No sé si lo de beneficioso sea pertinente. Menospreciar la naturaleza nos traerá la muerte (lo cual podrá pasar de cualquier manera), pero la indiferencia a la sociología y a la cultura es aburrida y arriesgada.

PLS: De las obras de Warhol ¿cuál es su favorita y por qué?
JH: He tenido varias favoritas, pero ahora estoy obsesionada con Fate presto [Destino ya, 1981]; Suicide [Suicidio, 1962]; 1947 White [Blanco, 1963]; White Burning Car III [Auto en llamas III, 1963]; Lavender Disaster [Desastre lavanda, 1963]; y Red Race Riot [Motín de la raza roja, 1963]. Los porqués son demasiados.

PLS: ¿Siente afinidad con los planteamientos de Warhol acerca de la relación entre el arte y la cultura de masas (versus la alta cultura)?
JH: Sí, y no solo con sus ideas sino con su forma de expresarse, con sus afirmaciones refinadas. Estas solían ser concisas pero sofisticadas, accesibles y remotas, cursis pero sinceras, despectivas pero extrañamente dulces —todo eso al mismo tiempo—.

PLS: ¿Cómo ve la relación de Warhol con su público?
JH: Durante décadas los norteamericanos vivieron prácticamente de espaldas al arte, pero no había manera de esquivar la obra de Warhol, aunque la gente no quisiera reconocerlo. Ser espectadora de la producción de Warhol era como ver mi vida con claridad, sobre todo las partes más extrañas. Qué alivio fue observar a otros tan extraños como yo. Ver su obra era como ver películas caseras de todo el país, o una exhibición de diapositivas. Por otro lado, me molestaba el Warhol que andaba con la alta sociedad porque parecía un cortesano, o una muchacha de una confraternidad universitaria.

PLS: La obra de Warhol y la suya exploran los temas de género, feminidad, sexo y sexualidad, y poder. ¿Ve coincidencias o diferencias en sus respectivas sensibilidades?
JH: A ambos nos gustaba Jack Smith, pero me interesaba más el tema del sexo y del poder.

PLS: ¿Le gustan sus películas?
JH: Sí; las películas a veces son más radicales que su arte. Y me gusta el Warhol de The Velvet Underground. Mi hija Lili y yo oíamos al grupo de camino a la escuela. Ella dice que en las canciones había pistas de las cosas estrafalarias que hay en el mundo y de cómo vale la pena buscarlas y hacerlas.

PLS: Su obra [la de Holzer] tiene un propósito social y político.
JH: Una de las cosas que me gusta del arte de Warhol es que no tiene propósitos expresos. Todo está ahí y con eso basta. Me siento torpe en comparación, como una arpía impetuosa con un hacha en la mano. Una de las maneras de solucionar esto es hacer mi obra con cientos de propósitos, con la esperanza de que el resultado sea una representación precisa y útil de lo que sucede en cada momento.

PLS: ¿Usted cree que la obra de Warhol tiene un componente político significativo?
JH: Claro. Y mil cosas más. ¿Es un propagandista?, quizás para la clandestinidad, espejo y registro social, sí, idiota útil, tipo inteligente sin inclinaciones utilitarias o ¿quizás pura y simplemente, gloriosamente, un capitalista? no relevante pero sí puro, ¿no en la práctica?

PLS: Warhol estaba obsesionado con la muerte. En una de sus obras de la serie Truisms, usted afirma, muy en la onda warholiana, que “la muerte tiene un lado sexual”. ¿Usted siente esta confluencia del sexo y la muerte en la obra de Warhol?
JH: Sí, parecía como si temiera no salirse con la suya al tener sexo. Y nunca sé bien cómo expresar, al lado del aprecio que siento por Warhol, mi admiración perdurable por Valerie Solanas y su Manifiesto SCUM.

PLS: Warhol quería llegar a un público lo más amplio posible, y quería escapar de la torre de marfil del mundo del arte, como usted. Su propia obra aprovecha el poder de los nuevos medios para comunicarse directamente con un público masivo. ¿Se lo debe a Warhol?
JH: Yo seguí los pasos de Warhol pero quizás él no fue la mayor influencia en el mundo del arte. Duchamp, Tatlin, Beuys, Paik y otros me impactaron y me zarandearon más. Estudiaba, además, el invento de Ted Turner, CNN.

PLS: Si consideramos que la obra de Warhol rompió las barreras entre lo público y lo privado, ¿su obra es una continuación o una extensión de ese fenómeno?
JH: ¿Quizás nos parecemos un poco en el hecho de que él decía y mostraba casi todo, y lo poco que revelaba era por accidente?

PLS: Warhol era una figura muy pública que creó para sí mismo una imagen pública muy particular, y usted, en comparación, es prácticamente invisible. ¿Cómo cree usted que la presencia de Warhol afectaba la percepción de su obra?
JH: Yo no sé qué pensaba Warhol sobre su aspecto pero sí que lo pensaba mucho. Su peluca, sus filmes, su Factory (que era miel para moscas), y su caminado de pasarela, todo parecía ser parte de lo mismo. Todo se veía sensacional y muy por debajo estaban pasando muchas cosas, y eso está bien.

PLS: ¿Qué piensa de sus últimas obras?
JH: Cuando se produjo la colaboración de Warhol con Basquiat, yo no estaba muy convencida porque parecía una estrategia, más patética que fascinante. Pero también estaba un poco celosa. Como de costumbre, Warhol descubrió a un gran talento. Me gustaría estudiar de nuevo sus pinturas. Las obras de camuflaje de la última época tienen ahora un tinte auténtico.

PLS: Esta exposición será exhibida por toda América del Sur y explora la relación entre la cultura popular y la cultura política en la obra de Warhol. ¿Qué es lo que hace que la obra de Warhol sea la quintaesencia de lo americano?
JH: Acabo de leer una cita de Warhol y la repetiré a guisa de respuesta: “Pienso en mí mismo como en un artista americano; me gusta esto aquí, creo que es maravilloso. Es fantástico... Siento que mi arte representa a Estados Unidos pero no soy un crítico social. Yo sólo pinto esas cosas porque son las cosas que conozco mejor...”. Sólo en Estados Unidos (o quizás sólo en Nueva York), un muchacho pobre, así de frágil, tímido, extraño, podía triunfar tan inequívocamente. Gran parte de la obra es intrínsecamente política.

Traducción: Margarita Valencia