Tomé miles de fotos Polaroid de genitales. Siempre que alguien iba a The Factory [La Fábrica], sin importar que tan hetero fuera, le pedía que se quitara los pantalones para fotografiarle el falo y las pelotas. Era sorprendente ver quiénes me dejaban y quiénes no.
—Andy Warhol[19]Si usted ve a una persona que se parece a su fantasía adolescente caminando por la calle, es probable que no sea su fantasía adolescente, sino alguien que tuvo la misma fantasía que usted y decidió, en vez de ser ella, parecérsele, de modo que fue a una tienda y compró el aspecto que les gusta a ambos. Así que olvídalo.
Sólo piensa en todos los James Dean y en lo que esto significa.
—Andy Warhol[20]Hago pinturas de mí mismo para recordarme que todavía estoy por ahí.
—Andy Warhol[21]
El único entierro al que asistió Andy Warhol fue al de su padre. Esto hizo permanente el vacío que ya había sido creado por las frecuentes ausencias de Andrei[22]y sólo sirvió para reforzar la profunda fijación de Warhol en su madre.
En términos psicoanalíticos, si Warhol nunca gozó de una identidad normal equilibrada, puede haber sido debido en parte a su incompleta y frustrada identificación con el padre.
La “ausencia de una introyección estable del pene”[23]sugiere que su miedo patológico a la muerte puede tener su origen en una excesiva identificación materna. Porque si el “miedo a la vida… pretende refrenarse para posponer la muerte” y “lleva a la represión neurótica”, el “temor a la muerte… subyace el deseo de inmortalidad” y “[lleva] a la producción”.[24]El impulso creador del artista puede verse como una compensación por la construcción defectuosa del ego y “siempre está en busca de protegerlo contra la experiencia transitoria, que devora su ego” e “intenta convertir la vida efímera en una inmortalidad personal”. Con el fin de mantener a raya la descomposición y la mortalidad “el artista trata de inmortalizar su vida mortal… [y] desea transformar, se podría decir, la muerte en vida, aunque en realidad transforma la vida en muerte”. Como una defensa contra sus temores el artista oscila entre “el apremio de perpetuar su propia vida mediante la creación y la compulsión de convertirse a sí mismo y su vida en una obra de arte”.[25]
Desde temprana edad Warhol desarrolló una capacidad de excesiva idealización que lo llevó a “personificar una parte de su ego en otro individuo”.[26]Cuando era niño le escribió a Shirley Temple. En una de las películas favoritas de su niñez, Poor Little Rich Girl (1936), Temple es una niña que, tras una serie de hechos inverosímiles, es separada de su padre viudo. Conoce a un bailarín de tap y a su esposa, y les dice que es huérfana. La incluyen entonces en su espectáculo, que después se convierte en un enorme éxito (y también convierte a Temple en una estrella). Durante todo el tiempo ella mantiene su sentido del humor y trata toda la experiencia como un juego. Al final de la película, el padre la oye cantando por radio y se reúne con ella. La historia podría haber sido una copia fiel de la vida soñada de Warhol[27]: la persona insignificante que emerge de la oscuridad, la heroína que se reinventa y se vuelve famosa, el uso del artificio y de la actuación para salir adelante, y la idea de actuar para la galería.
Warhol mismo era como salido del departamento de reparto de una productora de cine, con todos los factores que pueden hacer a un mariquita clásico: el padre circunspecto a menudo ausente, la madre manipuladora que dominaba a toda la familia, los dos hermanos mayores machistas. Aterrado por la escuela, enfermizo hijo de mami, se quedaba en la casa y su madre le daba un chocolate por cada página que completaba en sus libros de colorear. Creció durante la Depresión y el dinero a menudo escaseaba; debemos las pinturas de latas de sopa Campbell a las que su madre le daba entonces de almuerzo. Escuchaba programas de radio y jugaba con su muñeco de Charlie McCarthy, iba a cine a ver musicales y le escribía cartas de admiración a sus estrellas favoritas. Le salieron granos en la cara en la pubertad y se le hinchaba y enrojecía la nariz. Era un debilucho que sólo pesaba cuarenta y nueve kilos, se le empezó a caer el pelo muy pronto y tenía el pecho hundido. Su vista era tan mala que tenía que usar unas gafas de lentes gruesísimos. Su madre, a quien temía a veces e idealizaba otras, “hacía que se sintiera el ser más feo que Dios había creado”.[28]Y encima de todo, Warhol “tenía un problema”, la frase en clave para la atracción hacia los hombres.[29]
Aunque se convirtió en un ilustrador de éxito, Warhol siempre se veía a sí mismo como un artista. En un temprano esfuerzo para hacer la transición, en los cincuenta, Warhol hizo unos dibujos eróticos de muchachos (Drawings for a Boy Book) que eran bastantes explícitos para las normas de la época y que las galerías rechazaron. Se dio cuenta muy pronto de que el mundo del arte no era diferente de la cultura media estadounidense por el hecho de que estaba dominado por las normas heterosexuales.[30]Entre la angustia existencial y las violentas riñas de borrachos de los expresionistas abstractos que dominaban el medio, Warhol no iba a llegar muy lejos con sus delicadas figuras en hoja de oro. Al mismo tiempo sus contemporáneos homosexuales, Jasper Johns y Robert Rauschenberg, lo consideraban demasiado afeminado y no lo determinaron por mucho tiempo. Su claro éxito como ilustrador comercial no fue seguramente de mucha ayuda para su reputación en el mundo del arte, aunque le enseñó la importancia de cambiarle la presentación a un producto, sobre todo si este era él mismo.
Sus serigrafías de los sesenta representan no tanto un retorno al clóset sino un cambio del código de la sensibilidad homosexual por medio de la cultura dominante. Las pinturas de los ídolos del público, Troy Donahue, Warren Beatty, Elvis Presley y Marlon Brando, no eran solo representaciones del ideal sexual masculino sino también muestras de los papeles que desempeñaban (el vaquero, el forajido, el criminal, el motociclista). Su forma de vestir, su equipo —la motocicleta, la pistola, la chaqueta de cuero— que constituyen la identidad masculina de la que Warhol carecía pero a la que se sentía atraído, tiene igualmente eco en las fantasías masturbatorias de un público homosexual invisible. Para un hombre heterosexual el Marlon Brando de la chaqueta de cuero en The Wild One [El salvaje] (1953) puede ser un rebelde y un inconformista, mientras que para un homosexual tal vez parezca un entusiasta sadomasoquista. Implícita en esta construcción arquetípica está la conexión entre la violencia y el erotismo. La pistola de Elvis en la cintura y la moto entre las piernas de Marlon Brando son sustitutos fálicos que equiparan el sexo con la violencia.[31]
En la serie de Warhol de Most Wanted Men [Los hombres más buscados] el significado doble del título lo dice todo. El criminal encarna un ideal homosexual de hipermasculinidad, de fuerza bruta y transgresión. Como el homosexual mismo, el criminal comete actos aberrantes y vive al margen de la sociedad. La prisión masculina es una cultura plena de erotismo con sus propias reglas, costumbres, jerga y códigos sexuales. (Las Electric Chairs [Sillas eléctricas] de Warhol condensan simbólicamente este conjunto de violencia, sexo y muerte). Como las de Fassbinder y Pasolini, las películas de Warhol revelan una fascinación con los putos de la calle. La prostitución es la forma de intercambio de mercancías por excelencia y le permite al cliente mantener la fantasía, que es base del deseo, y dejarse llevar por la ilusión de que el deseo y la realidad pueden fusionarse. Tanto el ídolo de la pantalla como el puto se arreglan para alimentar las fantasías de sus respectivos públicos. (“Yo siempre he pensado que los vaqueros se parecen a los putos”)[32].